jueves, 3 de septiembre de 2009

Vergüenzas y esperanzas

Vergüenza me produce ver que nuestro jefe de la diplomacia, Miguel Angel Moratinos, se deje ver junto a otros mandatarios y representantes occidentales en la fiesta del coronel Gadafffi, que se marche a adorar becerros de oro a desiertos lejanos. Ojo, y antes de que nadie saque la guerra de siglas: el ciclón de las Azores recibió a Gadaffi, otrora terrorista y hoy coleguita, en Moncloa y este le correspondió con algún regalo equino. Qué pena que unos cuantos barriles de petróleo valgan la dignidad de las democracias occidentales. Qué pena que nuestras democracias tengan los pies no de barro, sino de mierda, pura y pestilente.
Y esperanza, pese a todo, la de Madrid. Qué si: que el COI nos ha dado un palo y nos ha devuelto a la realidad. A la realidad de la rotación de continentes, a la realidad de que competimos contra tres ciudades pujantes. Tokio; siempre solvente. Chicago, patria chica de Obama y representante de un país cuyos votos fueron, si o si, decisivos para que Londres fuera sede en 2012 -¿habrá devolución de sufragios?-. Y Rio, ciudad que, de fracasar Madrid, me gustaría que fuera la sede de las Olimpiadas. Porque la belleza, reconozcamoslo, de la antorcha olímpica por Copacabana o el Pan de Azúcar sería casi inigualable; y porque, a un país que medio empieza a salir del atolladero, darle unos JJ.OO es ayudarle a salir del todo. Y porque a Brasil y a Latinoamérica le debemos la oportunidad de demostrarnos que en el Hemisferio Sur también saben hacer las cosas.
Pese a todo, algo me dice que no está todo perdido. Y pese a todo, mantengo la esperanza de que Madrid sea sede. Y no, no me escocería que la capital albergara las Olimpiadas. A Madrid voy poco, y para mi sólo es una parada previa a un monasterio de cuyo nombre no quiero acordarme porque quien me conoce lo sabe de sobra. Pero no se me olvida que es la ciudad que resistió como pudo los bombardeos, la ciudad por cuyas calles corrieron amotinados esquilachianos o en cuyas esquinas se escribieron algunos de los mejores versos de Lope o Calderón. Madrid siempre fue referente para el resto del país. "A ver que dice Madrid" , nos cuentan siempre los políticos. "El niño me ha salido listo; se lo quieren llevar a Madrid", fardan las madres de media España. Porque Madrid es, para lo bueno y lo malo, nuestra capital; con Madrid lloramos todos cuando reventaron sus arterias una maldita mañana de marzo y de Madrid y sus gentes nos sentimos todos orgullosos ese día. ¿Por qué Madrid?. Porque se que ahí no se va a silbar a mi himno ni nadie va a lanzar sibilinas consignas en favor de no se que independencias.
Por ello, ahora más que nunca, vamos Madrid. Porque también debemos demostrarnos que nuestra política exterior sirve para más que para ser comparsas en Europa y hombro amigo de dictadores. Y porque, y esto lo sabe bien Ruiz-Gallardón, la esperanza es lo último que se pierde...

miércoles, 26 de agosto de 2009

Operación Sinaí

Cuentan las crónicas que Pedro de Meneses, perteneciente a una familia de nobles portugueses enfrentada con la realeza y que queria congraciarse con los que entonces mandaban en Portugal, dió un paso al frente cuando Enrique el Navegante pidió un voluntario para gobernar Ceuta y dijo, cogiendo un palo, que con eso le bastaba para ejercer las tareas de Gobierno. Y echando la vista atrás, ahora que se aproxima el Día de Ceuta, uno no sabe si aquel Pedro de Meneses era un autentico superdotado, un santo varón o un cachondo mental. Porque gobernar Ceuta con un palo hoy sería imposible. Y si no que le pregunten a su sucesor, Juan Vivas, si es necesario algo mas que un cayado para gobernar la ciudad.
Pasaba lo mismo con otro palo mágico: el de Moisés, de quien dicen fue el mejor jugador de ajedrez de la historia ya que hizo tablas con Dios. Fue llegar Moisés, que por cierto era un tipo que se parecía sospechosamente a Ben Hur, darle un toquecito a las aguas del Mar Muerto, y este se abrió de par en par para que por allí pasara el pueblo de Israel.
Madre del amor hermoso. Si tuviéramos algo parecido al palo de Moisés, seguramente los dueños de las navieras acabarian dedicándose al noble arte de la cria del chanquete. Ustedes imagínense el cuadro: el de las navieras: “ofertas para residentes: por tres euros pasa usted, el coche, los niños, la mujer, y si quiere le secuestramos a la suegra y le echamos de comer al perro”. Cualquiera de nosotros: "no, no, déjelo, si es igual: yo, con este palo me basto, como mi tío abuelo perico".
Por desgracia, no tenemos un palo que abra las aguas del estrecho en dos trozos y deje a un lado los delfines y a otro las manchas de gasolina. El palo, más bien, nos lo llevamos nosotros cada vez que vamos a embarcar. Y por supuesto, se lo llevan los que vienen a vernos, que poco menos tienen que presentar un aval para sacar los billetes si es que alguno los tiene como el caballo de Espartero y se le ocurre la genial idea de pasar parienta, coche y niños a Ceuta sin ser residente.
Por eso, la propuesta de UGT, que no es nueva ni concreta pero si es propuesta, de qué el gobierno de José Luis haga algo mas que sonreir y obligue a que haya una alternativa –precios mas baratos aunque en barcos mas lentos- parece que, al menos, debe ser estudiada. Porque, o se hace algo, lo que sea, con las navieras, o aquí tenemos dos opciones: comernos las patas como los pulpos o irnos todos en comandita al Sinaí a ver si el de arriba se apiada de nosotros, nos llama detrás de una zarza ardiendo y nos endiña un palo que mole tanto como el de Moisés para guiar a nuestro pueblo hacia la tierra prometida (de fin de semana, claro).
(Introducción del programa Ceuta en la Onda el 25/08/09)

domingo, 26 de julio de 2009

El retorno del rey

Cuando el 2 de enero de 1997 Miguel Induráin anunciaba su retirada del ciclismo en activo, tras la frustrante y baldía intentona del sexto Tour, inmediatamente medios de comunicación y aficionados se pusieron a buscar al sucesor del Águila de Villaba. Las primeras miradas se dirigieron a Abraham Olano. Qué fue un buen ciclista, como asi lo atestiguan sus campeonatos del mundo contra el reloj y en fondo, su medalla olímpica, sus podios en el Giro o su Vuelta a España, pero que tuvo que cargar con el sambenito de ser "lo más parecido" que había a mano.
No fue Olano, como tampoco fueron Fernando Escartín ni Joseba Beloki; voluntarioso el primero y cumplidor el segundo, que cuando se decidió, por fin, a atacar y tentar la suerte se dio con su carrera contra los suelos una triste tarde de 2003. No lo fueron tampoco Roberto Heras ni el añorado José María Jiménez: grandes ciclistas e imperiales escaladores en casa, pero que fuera de nuestras fronteras no eran capaces de ganar una etapa.
Ángel Casero y Óscar Sevilla fueron inferiores a las expectativas que se generaron en torno a ellos. Luego llegó el fantasma del dopaje y lo que veníamos sospechando se confirmaba: que era imposible subir el Alpe D'Huez, el Angliru o el Mortirolo con un plato de espaguetis y una coca cola como único alimento. Asi que el ciclismo quedó desvencijado, afeado, apestado ante los ojos de millones de espectadores que nos habíamos enamorado de este deporte.
Y de pronto, cuando menos lo esperaba nadie y en un periodo de "entrereinos", aparece Contador. Que sube con la explosividad de Delgado, Parra o Pantani, que ofrece la seguridad y sangre fría del propio Indurain. Y coincide, además, con el mejor momento de la historia del ciclismo. Ganamos generales, si, pero también tenemos hombres que ganan cualquier tipo de etapas y llegamos al Tour no con una, sino con dos o tres opciones de victoria. Y encima coincide con un ciclista distinto, único en la historia de España, y cuya trayectoria se valorará cuando pasen los años: Óscar Freire.
Alberto Contador, pues, ha llegado para ocupar el trono vacante desde enero de 1997, para volver a dejarnos sin siesta. Y ello, por supuesto, sin desmerecer a grandes campeones como Pereiro, Sastre o el que se anuncia, Luis León. Y es que este deporte, a pesar de tantas trampas, a pesar de tantas injusticias cometidas sobre el, sigue teniendo algo que nos llama a sentarnos y aplaudir gestas imposibles sobre una bicicleta. Y encima, con un equipo en el que se prefirió a una vieja gloria antes que al mejor del presente.
Antes de terminar: se pregunta Greg Lemond -al que Hinault regaló su primer Tour y Fignon el segundo- como puede recuperar el de Pinto tan rápido. Y yo me pregunto como puede alguien, con dos perdigonazos en la espalda, ganar dos tours...

jueves, 23 de julio de 2009

Mi infancia

No son recuerdos de un patio de Sevilla, sino de la higuera de un viejo republicano en un barrio hecho de latas a cuya sombra descubrí, en compañía de un puñado de gitanillos buenos, lo que era la amistad. Mi infancia son un caño de agua fresquita o paseos por el muelle Cañonero Dato, de la mano de un abuelo orgulloso que gustaba de contarme historias de La Pirenaica o Radio Pekín.
Mi infancia son la radio de mi madre, a la que jamás nacieron canas sino rayos de plata, con las voces de Luis Del Olmo y Victor Jara. Mi infancia son enseñanzas de un padre que se obsesionó con llevarnos por un buen camino. No el de las universidades, sino el de la decencia.
Mi infancia son juegos en un Polígono recien estrenado, en los que, en compañía de un par de amigos, uno podía ser el Llanero Solitario, Tarzán, Butragueño, el Hombre Araña o cualquier cosa que la imaginación nos dejara. Mi infancia es Samaranch, anunciando con la voz temblorosa que la ciudad es Barcelona, Pedro Delgado alzando los brazos en París, Christopher Reeve derrotando a los malos o una naranja que fue mascota de un mundial.
Mi infancia son amigos y juramentos de sangre jamás incumplidos. Juramentos de amistad, de lealtad, de ser muletas cuando cojearamos. Juramentos que, en muchos casos, siguen aún vigentes. Es también enfermedad: un maldito corsé que me atenazó durante un lustro y una salud enfermiza durante tiempo, y fue la pena de ver a una abuela apagarse por días.
Es una hermana con la que dicen tengo tan poco en común que no me entiendo sin ella. Son vaciladas porque yo tengo un tio en América y suspiros con el día en que pudiera ver la Estatua de la Libertad. Son churros en el Campanero, es chicle Bazooka, es arena en los zapatos tras una noche de feria, son tardes de fantasía en el Cine África, a la subidita del Recinto. Es un puñado de chiquillos montándose en un viejo SEAT para jugar partidos en los llanos de la Marina o una perra que me despertaba lamiéndome la mano para ir al colegio.
Un día, me hice mayor. Y un día partiré. Y se que, como dijo el poeta, algún día mi padre no estará en el huerto ni mi madre en el maizal. Pero se también que siempre me quedarán recuerdos de esa infancia, ya sea en forma de libros de Julio Verne o Vázquez Figueroa, del anillo que luce mi dedo como el mayor de los tesoros o ya sea rememorando frases que me hicieron soñar ser Corto Maltés y poder gritar que yo soy el oceano Atlántico, el mayor de todos.
Dijo alguien que las infancias felices no interesan a nadie. Qué mentira. Mi infancia, que es mi patria, es el mejor patrimonio que tengo en el cofre de mis recuerdos. Y al cielo doy gracias por ello. Y es que, mientras la canción que mejor se escribió jamás en castellano suena en mi MP3, cada vez que veo la noche caer sobre el Chorrillo pienso que, efectivamente, está jugando en su arena.

miércoles, 22 de julio de 2009

Niños y hombres

Lo peor de traer las notas en rojo a casa era la bronca correspondiente. Con semblante serio, escuchaba el enésimo rapapolvo por haber suspendido hasta el bollycao. Me sabía de memoria la infancia de mis padres: el uno trabajando desde que era un niño a la par que estudiaba; la otra trabajando aún sin poder estudiar.
El tiempo pasó y pude comprobar cuanta razón llevaban aquellas palabras. Y cuantos niños han vivido ya el triple de experiencias que yo, afortunadamente, jamás viviré. Niños cuya infancia se queda en cualquier vertedero de Bombay, Río o Las Mimbreras buscando mierda y chatarra para poder revender. Niños cuyas delicadas manos y pequeños cuerpos sirven para bajar a profundidades que no se atreven los hombres. Niños explotados durante horas para que podamos llevar la camiseta del enésimo megacrack del fútbol mundial.
Niños con cigarros a medio consumir, cargando con algún Kalasnikov más grande que ellos. Niños que necesitan de muletas desvencijadas para poder caminar, tras pisar alguna mina antipersona. Niñas de primera regla, en edad de muñecas y pizarras, obligadas a ahogar los complejos de algún cerdo por cuatro duros en Cuba o Tailandia.
Niños que esnifan pegamento para poder comer, que cargan con bolsas de fruta y verduras superiores a su peso por apenas un par de dirhams. Niños cuyos padres viven de un talento precoz, y se ven castigados sin infancia para cantar, bailar y tener un rancho embargado a la hora de la muerte. El Niño Yuntero, pues, sigue siendo un poema válido. Quizá porque el propio Miguel Hernández se vio reflejado en el: pastor de cabras, que aprendió a leer de modo casi autodidacta, para convertirse -es mi opinión- en el más grande poeta que jamás escribió en castellano.
Por el contrario: niños que no tienen problemas, niños que lo tienen todo. Niños que juegan a ser hombres y violan a niñas con trece años y deficiencias psíquicas. ¿Hacer purgar delitos de hombres con penas de hombres a los niños?. Por supuesto. Nuestros niños, que no son yunteros, deben saber que los actos tienen, deben tener, consecuencias. Nos hemos cargado la escala de valores de un plumazo. Y antes de que alguien me tache de lo que no soy, que piense cuantos niños como los que he mencionado antes no soñarían, incluso, con unos años de cárcel en España antes que seguir dejándose la salud entre cañerías y ratas a la salida de Bombay.

lunes, 20 de julio de 2009

De mojitos y mojigatería

Yo no soy periodista las 24 horas del día. De modo que, cuando me ven tomando copas, dando un paseo o cantando en carnaval, quien bebe, anda y cantiñea es Juanjo Coronado, no el periodista de Onda Cero. De igual manera que a nadie voy a dar explicaciones de mi vida privada, que va mucho más allá de la profesional.
Eso mismo debió pensar, y piensa, el consejero de Hacienda, Francisco Márquez, a quien han grabado unas declaraciones que han provocado ya una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU, del comité de Arbitraje de la UEFA, de la Ejecutiva de la Coalición de Tensadores de Pellejos de Bombo y de la Asociación de Hosteleros de la Comarca del Penedés. El Gobierno acaba de elevar el nivel de alerta al máximo, mientras Barack Obama medita, en estos momentos, si declarar el Def con Dos o no e invadir el estado de Ceará, al norte de Brasil, para controlar todo el Atlántico ante posibles invasiones de piragüistas suicidas procedentes de las costas de Cabo Verde. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acaba de desplegar los tanques en los alrededores de la Franja de Gaza, ante el acontecimiento de escala planetaria (Leire Copyright) que supone ver a Paco Márquez hablando en Antena 3 de lo buenos que están los mojitos de un club marbellí, cuyo DJ al parecer pone una música que es para hacerle cuatro retratos.
Ahora hablando en serio, Márquez ha cometido un error: el de hablar a cámara, sabiendo que en Ceuta tenemos la tasa de cabronina más elevada de Europa. Y no, no creo que sea noticia, pese a los tiempos que corren y pese a la amistad que me une con los editores de Ceuta al Día. Ni creo que haya puesto su vida privada en el escaparate. ¿Qué estamos en época de crisis y se ha gastado no se cuantos euros en mojitos?. Primero: ni se -ni me importa- si ha pagado el o su acompañante. Segundo: por mí, como si se lo quiere regalar a las Carmelitas de Vedruna. Al consejero de Hacienda, en su papel de tal, cabe fiscalizarle, criticarle, acosarle a preguntas y, si se tercia, aplaudirle o tirarle de las orejas. Eso, en mi opinión, es periodismo. Lo otro, ni siquiera es noticia, insisto. Más bien, parece mojigatería o el ejercicio de esa prensa rosa con la que tanto nos rasgamos las vestiduras cuando nos comparan con la Patiño y demás fauna.
Dios salve a Berlanga.

domingo, 19 de julio de 2009

Se me olvidó el 18 de julio

Esto de estar de vacaciones hace que uno se olvide del calendario y, por tanto, del día en que vive. De modo que ayer se me pasó que era aniversario de una fecha para recordar, para enmarcar: un 18 de julio. Una fecha asociada, sin duda, a un gran hombre.
Un hombre cuya hazaña me hubiera gustado ver en directo, y no por los libros de la historia. Aquel 18 de julio muchas cosas cambiaron en España y Europa: un español de provincias era capaz de silenciar a las potencias extranjeras, de taparles la boca, de demostrar que en este país seguimos haciendo tirabuzones con las bombas que tiran los fanfarrones.
No era muy alto, pero era fuerte, y viendo las fotos de aquel día, presiento que su victoria, tras una completa exhibición de estrategia y pundonor tanto a ras de suelo como en la montaña más enconada, fue la victoria de todo un país. No sonreía el; sonreía España entera. Por eso hoy, me alegro de poder testimoniarle mi homenaje, aunque sea con un día de retraso. Porque ayer se cumplían cincuenta años desde que Don Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo, se conviertiera en el primer español en ganar el Tour de Francia. ¿O de quien creía que hablaba?.

miércoles, 15 de julio de 2009

Durmiendo con su enemigo

Ha vuelto a suceder, y esta vez en Ceuta. Nuevamente, la discusión conyugal acaba de la peor manera posible: con una vida sesgada a una edad terriblemente joven y un tipo que intenta ahogar su culpa mediante el suicidio. Un drama, una historia truncada: tal vez por no saber decir basta a tiempo, o, lo que pueda ser peor, no querer decirlo.
El caso es que situaciones como estas provocan una extraña sensación al que escribe: la de querer decir tantas cosas que no tener palabras para decirlo, expresiones para empezar. Posiblemente conociera - no lo se- a la víctima, pero, sinceramente, espero que no.
Nada se arregla acabando con una vida, pienso y escribo, aún a riesgo de caer en el tópico. Pero, por favor, que nadie caiga en el error de generalizar por cuestiones de sexo o nacionalidad. Una cosa son los maltratadores y asesinos, y otra muy distinta somos los hombres.

lunes, 13 de julio de 2009

La lista de Cama de Yerba

En verano es muy propia la aparición de listas sobre las mejores películas, libros o canciones de la historia. Pero la de este año, me ha llamado especialmente la atención. Bild, el diario sensacionalista alemán se descuelga con una lista de los diez mejores deportistas de la historia, encabezada por Muhammad Alí. Una lista en la que no figura ningún español -objetivamente, sólo Nadal o Indurain podrían hacerlo-, ningún ciclista y en la que, por ejemplo, Franz Beckenbauer es mejor que Maradona y de la que están excluidos Alfredo Di Stéfano o Larry Bird, por ejemplo.
No se el criterio que habrán seguido los de Bild, pero yo propongo aquí a mi escasa clientela bloguera que se anime con su lista, tanto internacional como nacional, y nos sumemos a esa tontería que desde el punto de vista informativo tiene el verano.
A nivel nacional, la sección de deportes de Cama de Yerba considera que los diez mejores deportistas españoles son, por este orden: Miguel Indurain, Rafael Nadal, Severiano Ballesteros, Fernando Alonso, Alfredo Di Stéfano, Pau Gasol, Arancha Sánchez-Vicario Manel Estiarte, Rafa Pascual, y Gervasio Deferr. A nivel internacional, Carl Lewis, Michael Phelps, Pelé, Michael Jordan, Ayrton Senna, Eddy Merckx, Muhammad Alí, Diego Armando Maradona y Alberto Tomba. Y a nivel local, me quedaré con cinco: Guillermo Molina, José Martínez "Pirri", José Ramón López Díaz-Flor, Mohamed Alí Amar "Nayim" o Antonio Pérez Cospedal. Se espera vuestra participación.

domingo, 12 de julio de 2009

En la montaña, la esperanza

Dicen que es un deporte acabado, y nos cuesta trabajo seguir con la inocencia de hace algunos años las evoluciones de los ciclistas en el Tour de Francia. Pero hay algo que nos sigue incitando a sentarnos delante del televisor, a esperar que alguno de los nuestros tenga el día. Por eso, y por que todo el mundo es inocente salvo que se demuestre lo contrario, llegado el momento a mi me sigue atrayendo la lucha de los ciclistas contra si mismos y los elementos.
Y por eso, aguardo con especial interés que empiece lo bueno de verdad. La montaña. Porque no nos engañemos: Miguel Induráin fue una rara avis en el panorama ciclista nacional. Lo nuestro no es ganar con tanta superioridad como el Aguila de Villaba; antes al contrario, siempre nos ha ido mejor saltar en la montaña. Tal vez por la propia orografía patria; tal vez por nuestro propio caracter. Los escaladores puros siempre me recordaron a los bandoleros que asaltaban a las tropas invasoras allá por Sierra Morena; a los pastores de Viriato que, montaña arriba, pusieron en jaque a los romanos.
Por eso cuando llegue la montaña -la de verdad-, no me la pierdo. Por eso, y porque ultimamente ha surgido un campeón que vuelve a encarnar ciertos valores perdidos. Los de la humildad, la prudencia y el saber esperar. Los del golpe único, pero certero. Los del trabajo diario. Por ello, quiero que lleguen los alpes y me descubro ante mi ciclista favorito. Es, además, un tio encantador. Por que siempre se le menospeció, porque hubo quien quiso otorgarle el papel de perfil bajo o incluso el de "cuñado de...", Carlos Sastre Candil merece llegar, por segunda vez, de amarillo a París. ¿Contador?. Es joven: ya tendrá tiempo pero, con ambos en forma y la promesa cada vez más realidad llamada Luis León Sánchez, espero y supongo que una vez más el "Viva España" haga temblar los Campos Elíseos.

sábado, 11 de julio de 2009

De modas y religiones

Ser cristiano no está de moda, a no ser que tu segundo nombre sea Ronaldo. En los últimos años asistimos a una especie de "cristianofobia" que representa a todos los creyentes como arcaicos, como casposos, como añorantes de viejos regimenes. Curiosamente, por hacer lo mismo que hacen otras personas que profesan religiones que son más guays, más progres, más molonas. Es decir: si uno lleva una cruz colgada del pecho, es un carca. Si por el contrario se reza mirando hacia La Meca, ya gusta más. Y conste que ambas opciones me parecen respetabilísimas.
El problema de la cristianofobia habría que buscarlo en la tendencia simplista de, por ejemplo, quienes gobiernan España. Si se reza, como Franco rezaba, pues uno es franquista. Ojo: la Iglesia también tiene parte de culpa. Qué me cuenten a mi eso de que dos personas no puedan compartir una noche de cama por puro placer. La tendencia histórica de la Curia a reprimir el placer, a hacernos sentir culpables por haber nacido del pecado, ha contribuido a alejar a la gente de los templos que, en muchas ocasiones, dan la sensación de estar llenos de mercaderes dos mil años después.
No quiero, pese a todo, caer en el tópico y la generalización. Me precio de tener amigos de todas las tendencias: gays, lesbianas, gitanos, guardias civiles, divorciados, musulmanes, hindúes o legionarios de cristo. Y me consta que, igual que algunos andan rodeados del becerro de oro, otros, simplemente, dan de comer al hambriento y de beber al sediento.
Recuerdo que hace algunos años se entregó un Premio Ciudadano a un señor que iba todos los días al hospital a visitar a los enfermos que no tenían nadie que se acordase de ellos. Dijo que lo hacía por su fe en Dios. Tres minutos y medio después, la mano que mece la cuna lo estaba tildando de facha.
Yo no se si creo en Dios, más si intuyo que hay algo que el hombre jamás ha podido descifrar y que se escapa al conocimiento humano. Yo no se si soy un buen cristiano, pero me siento orgulloso de compartir creencias con Vicente Ferrer o Monseñor Romero. Y no se si nació de una virgen y resucitó al tercer día, como ignoro si tuvo o no descendencia con María de Magdala. Porque en el fondo, me es indiferente. No me encuentro a mi mismo cargando su imagen sobre mis hombros al morir la primavera. Pero cuando uno sale a la calle y se encuentra con que nuestro mundo se ha convertido en un circo de banqueros sin escrúpulos, políticos sin apenas nivel y personas que dan más importancia a un pantalón que a una lágrima ajena, siento que llevo toda mi vida poniendo la otra mejilla. Y no se por qué será, pero supongo que algún día tendrá recompensa. Como nos gusta ver caer a los malos, a los que levantan imperios a costa de sentimientos y esfuerzos ajenos para luego pegarse, en muchos casos, la hostia padre. Insisto: no esperen verme por una Iglesia más allá de los actos sociales. Pero tampoco esperen verme renegar, por una cuestión de modas, del más grande de la historia. No me quedo con su imagen subiendo a los cielos; me conformo con imaginarlo montando en un burro a la entrada de Jerusalén. Puede que mi ideal de Jesús de Nazaret esté distorsionado. Pero prefiero eso a, simplemente, no tener miedo ni vergüenza por que ser cristiano sea cosa de fachas y esté pasado de moda.

El PIB feminista

Ella no se acordará de mi, pero la conocí hace años. Leire Pajín Iraola, número tres del PSOE, es una chica de mi edad que ya entonces apuntaba alto. Los presagios de que "la niña llegará lejos" se cumplieron, quizá a una velocidad mayor de la esperada. Hoy es el rostro, amable y bello, del socialismo de Rodríguez Zapatero.
Siempre he defendido que la gente de mi generación está preparada para dirigir este país, y por eso me alegré cuando nombraron como ministra de Igual Da a una chavala seis meses mayor que yo. Pero el hecho de ser jovenes no nos da licencia para la tontería.
Ya lo decía Alfonso Guerra, como recordaba Santiago González: las Juventudes valen para poner el partido al borde del precipicio. Y en eso se está especializando, en los últimos meses, doña Leire.
Entre lo del acontecimiento planetario y lo del PIB machista se abre una veta de gran cachondeo nacional respecto a la diputada alicantina. Porque ahora resulta que la culpa de la crisis también lo tiene el Producto Interior Bruto que es machista. Es decir: todo lo que vaya mal es culpa de los hombres.
Me recuerda a cierta anécdota que me ocurrió hace ya varios años. Una amiga se retorcía en un sillón de una cafetería. Le pregunté que le pasaba y me echó la bronca porque "a los hombres no os duele la regla". Tras preguntarle que culpa tenía yo de que la menstruación sea dolorosa y femenina en exclusividad, me respondió que ese era un comentario machista. Acabé el cigarro, pagué el café y me fui reiterándome en la pregunta: ¿que cojones tenía yo que ver con los dolores mensuales en el bajo vientre femenino?.
Doña Leire padece, pues, un serio cuadro de topiquitis. Dijo alguien una vez que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. Puede ser, y puede ser que Leire Pajín siga subiendo escalones, porque valía no le falta. Pero no haría mal en dejarse de echar la culpa de todo a los creyentes, los hombres o la unidad nacional. Ella tiene facultades para hacer un discurso más coherente, más cercano. Y pensar que la crisis tiene una salida de hombres y mujeres deja en mal lugar, no sólo a la elegida de ZP para controlar el partido, sino a todos los de su generación. Porque creer que la caida del mercado inmobiliario, el precio de los alimentos básicos o las hipotecas subprime es cuestión de ovarios o testiculos es una gilipoyez como un piano. Debemos salir de la crisis, y que mas da que el barco lo guie un capitán o una capitana. Cuando sales a la calle y te encuentras a diario con gente que pierde su empleo y casi su casa, cuando el "virgencita, virgencita" se ha convertido en el lema de los trabajadores de este país, afrontarlo desde la perspectiva simplista de la guerra de sexos me parece, como mínimo, una demostración de falta de recursos rayana en el mal gusto.

viernes, 10 de julio de 2009

De Cataluña y los catalanes

Venir a San Lorenzo de El Escorial se ha convertido para mi en algo no se si obligatorio pero si cotidiano. Pasar una semana alejado de Ceuta, ciudad a la que no soy sospechoso de denigrar, paseando por los alrededores del monasterio, reencontrándome con viejas amistades y tomando alguna copa en cualquier terraza alrededor de Juan de Leyva o la plaza de la Constitución es algo, como lo bueno, a lo que uno termina por acostumbrarse. Es una localidad acostumbrada a ver pasar por aquí a lo más granado de la sociedad: la semana que viene, sin ir más lejos, deambularán alrededor del Monasterio o por el majestuoso Felipe II -donde Manuel Azaña escribía sus memorias y Luis Miguel Dominguín sus leyendas de alcoba con Ava Gardner- el clan Sheen o la hija de Bobby Kennedy. Y, sin embargo, conserva ese aire entrañable que lleva al taxista que te cogió el domingo a pararse el miércoles por la mañana y contarte que un día fue a Ceuta a por queso de bola.
Este año, rodeado de vocablos deportivos y anécdotas de mil retransmisiones, he vuelto a coincidir con varios catalanes. Y el tema idiomático surgió: ¿es el catalán un elemento diferenciador?.
La sonoridad de la lengua de Gimferrer, esa que Aznar hablaba en la intimidad, invita a acercarse a ella, a aprenderla. Me maravilla ver parlar en catalán a un cántabro que hace patria de Santander, como es Fermín Bocos, con una pronunciación que para sí hubiera querido el ciclón de las Azores.
Los catalanes y catalanas con los que he compartido los últimos días llegan, curiosamente, a la misma reflexión que yo. Es decir: la escasez de miras de la clase política y el victimismo generalizado de ciertas ideologías ha convertido el catalán no en un símbolo de riqueza, sino de disgregación. Me cuenta alguna persona catalana, de padres catalanes, lo difícil que es ser catalán y pensar en castellano. Es una hermosa región, sin duda alguna. Barcelona sigue siendo la capital del Mediterráneo, tras cuyas cañas seguimos escondiendo millones de sus hijos nuestro primer amor mientras le vemos irse y venir contínuamente. Pero me duele que, por los complejos de los individuos que manejan el cortijo, los catalanes hayan terminado por vernos como a opresores y nosotros a ellos como desagradecidos. Más me tranquiliza ver que, políticos al margen, el resto de los ciudadanos de este país podemos seguir mirándonos a los ojos, compartir mesa y copas y dar una lección a los caciques que han convertido a Cataluña en un objeto de permanente debate.

miércoles, 8 de julio de 2009

Crónica de dos esperpentos

Michael Jackson fue un hombre tan pobre que sólo tuvo dinero. Tan pobre que, ni siquiera, tuvo derecho a lo que el resto de los mortales: que te entierren pasadas veinticuatro horas desde que La Parca selle el boleto de ida. Al genio de Gary (Indiana) lo han exprimido hasta dos semanas después de la muerte. Alguien debió pensar que, pese a tratarse del Rey del Pop, los cuerpos ilustres también son decrépitos; también "apestan" como diría un clásico catorce días tras un deceso.
Cristiano Ronaldo es un chaval tan pobre que ni siquiera puede salir a cenar con una chica. A no ser, claro, que asuma como parte del decorado a cámaras, hooligans, admiradoras, periodistas deportivos y frikis llorando porque el crack de Madeira le ha dado una palmada en la espalda y le ha guiñado un ojo.
Ambos han batido, en las últimas horas y por diferentes motivos, récords de audiencias. Para conseguir una entrada para el funeral (¡¡¡FUNERAL!!!) de Jackson, ha habido más hostias que en el norte de China. Y no se si me preocupa más que en el Bernabéu hubiera 75.000 personas para ver a un tio ponerse una camiseta y decir que es del Madrid de toda la vida o que hubiera 5.000 fuera. Por cierto: si el Sabadell me paga lo mismo que a CR7, les aseguro que no me entiendo sin la Nova Creu Alta.
Nos enteramos de todo lo relacionado con Cristiano, con Jackson, como con especímenes del tipo Belén Esteban. Mientras, nadie sabe que coño va a pasar con Garoña, tenemos casi cinco millones de parados y hay datos preocupantes, muy preocupantes, sobre fracaso escolar o consumo de drogas. No se ustedes, pero con tanto funeral mediático y tanta presentación gilipoyesca, tengo la sensación de que dejamos de hablar de nuestro día a día. Es decir : nos enteramos de todo, pero en el fondo no lo hacemos de nada

sábado, 4 de julio de 2009

La insoportable levedad del ser

A decir verdad y para mi vergüenza, no he leído a Milán Kundera y el libro que le reservó un hueco en la posteridad. Pero si puedo decir una cosa: me he preguntado mucho, que es eso de la insoportable levedad del ser. En mi opinión, y cuando acabe esto juro aunque sea pecado que me voy a buscar el librito de marras, la insoportable levedad del ser no son más que nuestros propios complejos, la viga en el ojo propio que siempre nos negamos a ver, la envidia del coche, mujer o casa del hombre que lee el periódico en la cafetería en la que desayunamos, la sensación de vacío y de estar incomprendidos por tirios y troyanos, las penas cubiertas y las heridas supuradas bajo un instintivo y continuo recurso de supervivencia en el día a día. El ser insoportable, por leve, es aquel que siempre acaba creyendo que el mundo gira alrededor suya, y por lo general suele pensar que, a toque de rebato, los demás nos debemos cuadrar ante el. El ser leve, por insoportable, es el que no se da cuenta de que sus problemas y virtudes no son más que los del resto, y que la humanidad lleva millones de años danzando sobre este planeta, mientras que cualquiera de nosotros como mucho alcanza los noventa.
En mi profesión, me encuentro a diario con seres tan leves como insoportables; a ellos les podría aplicar algunos de los calificativos anteriores: son esos semidioses de medio pelo, a los que la coma mal puesta, las fuentes anónimas no desveladas o la existencia de plumas que aún se rebelan contra este mundo de mercaderes en el templo, fenicios y pelotas, les parece el mayor de los insultos. Son esos seres, vulgares como las moscas de Machado, que se levantan cada día despellejando al mensajero en vez de preocuparse por el contenido del mensaje. Son aquellos imbéciles que, cuando el dedo señala a la luna, se fijan en el anillo. Alberto Cortés dijo: “Pobre mi patrón, piensa que el pobre soy yo”. Pobres, pues, y pobres de nosotros, gentes de la calle, que tenemos que soportar, diariamente, a estos virreyes de andar por casa que nos regala el sistema, a estos seres sin oficio pero con beneficio, cuya levedad se vuelve grave para el resto y acaban siendo, cada vez, más insoportables.

viernes, 3 de julio de 2009

Mi amigo Carlos

Generalmente no se me ha dado bien escribir obituarios. Y el caso, macabra anécdota y maldito dinero, que en las dos ocasiones en las que lo he tenido que hacer he podido comprobar que la muerte se cotiza bien, se paga alto en los periódicos de tirada nacional. Debe ser que, al pagarse por caracteres, diez líneas no son suficientes para resumir la vida de alguien. O debe ser, y me temo que esto es correcto, que nos gusta, nos regodea, nos da morbo la muerte de alguien famoso y poderoso.
Mi amigo Carlos no era famoso ni poderoso. Era un dependiente de los de toda la vida, de los que se conocía cada metro de Ceuta, cada historia familiar. Era de aquellos a los que le decías el apellido y enseguida te preguntaba por el primo que se había ido a Alemania y que tu no sabías ni que existiera. Luego llegabas a casa, preguntabas si tenías un primo en Guirilandia, y te contestaban que sí.
Como tantos otros de su generación, mi amigo Carlos empezó a trabajar joven, muy joven. Como tantos otros, al estar la cosa mala, se buscó un curre en un indio y vió los años del esplendor comercial de Ceuta. Como tantos otros, no dudó en dar un paso al frente en el movimiento autonómico. Era, al fin y a la postre, uno de nosotros. Y rociero hasta la médula.
El tiempo le llevó a ser viceconsejero de Festejos. Jamás, y mira que le dimos cera, tuvo una mala palabra, un mal gesto para con los medios de comunicación -al menos conmigo-. Encima, yo tuve la suerte de ser pregonero del Carnaval bajo su mandato. Recuerdo que llegó tarde al pregón. De hecho, fue el único político que se acercó, junto a Mabel Deu. Y me dijo "tranquilo, se que he llegado tarde, pero se que esto es poesía pura. ¿Tu que bebes?". De arte. Genio y figura.
Compartimos muchos momentos, muchas conversaciones. Que si el Madrid, que si el Ceuta, que si la Feria, que si las entradas del carnaval. Hoy, tras una larga enfermedad, Juan Carlos García Bernardo se ha ido. Nunca se me dio bien, insisto, escribir obituarios. Por eso, no tiraré de tópicos. Simplemente, amigo, adios. Descansa y ahi arriba date un homenaje. Coge el bombo, busca a la Jurado y que te cante la historia de una amapola. Pareja Obregón ya está afinando la gaita.

martes, 30 de junio de 2009

Un lamento de febrero

Como ya dije en mi anterior entrada, soy coplero de los "jartibles". De hecho ahora mismo, mientras todo el mundo está acordándose de la madre que parió al levante yo estoy con el ventilador y reencontrándome con viejas coplas, que son las que me han hecho sentir que uno no cumple años sino carnavales.
Viejas y modernas. La más desgarradora de los últimos tiempos me devuelve a una realidad y me suscita una reflexión. La realidad: que sigue habiendo una familia normal, una cualquiera, a la que un puñado de malnacidos arrebataron lo mejor de su casa. La reflexión: que bastará para que cualquier hijo de puta (sin perdón) de estos ponga un pie en la calle para que empiecen a lloverle ofertas televisivas.
Don Antonio Martín García -grande, maestro- no pudo estar más acertado este año. Y es cierto que, a mi como periodista, me avergüenza a veces mi propia profesión. Hay gente que cuestiona y que busca los trapos sucios de Jesús Neira, porque al parecer el hombre es de derechas. ¿Y?.
Sin embargo, son esos mismos los que luego predican buen rollito y comprensión hacia asesinos y ladrones. Son esos mismos a los que les faltó ponerle la alfombra roja a Violeta Santander, Julián Muñoz o Luis Roldán y que sueltan moralinas desde los contenedores catódicos en los que se han convertido las noches televisivas en España. Eso si: si aparece un tipo como Neira, que no volvió la cara ante un injusticia, a buscarle mierda aunque no la tenga.
¿Qué pais estamos haciendo?. ¿Por qué los niños no quieren ser ya astronautas o futbolistas, sino concursantes de Gran Hermano?. Cuando Miguel Carcaño, el Cuco y toda su maldita fundación salgan a la calle, batirán records de audiencias y saldrá algun psicólogo progre hablando de reinserción y derechos cívicos. Pero nadie se acordará de un clamor popular, y es que este tipo de gentuza se quede en la cárcel de por vida. A partir de ahora, son libres de hablarme de las bondades del sistema penitenciario, llamarme fascista y contarme historias sobre la crueldad de encerrar a unos chavales de por vida. Carcaño y su maldita compañía podrán irse de copas, si lo desean, con Farruquito: otro asesino que ahora está deprimido y triste porque la gente no olvida que atropelló a un hombre y lo dejó tendido, como si fuera un perro, en mitad de la carretera. Pero habrá algunos que siempre que les veamos las caras nos acordemos del final de un lamento de febrero: ten en cuenta que todos somos padres de Marta. Cadena perpétua, YA.

lunes, 29 de junio de 2009

Y esta va a ser... la refinitiva

Mi aventura bloguera comenzaba a la par que charlaba hace tres años con Alfonso Rojo. Oye, Coronado "¿por qué no te haces un blog y cuentas cosas de Ceuta?". ¿Por qué no?, me pregunté. Y ahí que estuve tres años navegando a bordo del barco del arroz.

Mi segunda parada fue una tropa muy breve, al igual que la tercera: no recuerdo ni como se llamaba. Decidí que pasaba de escribir, pero, una noche como esta, me lancé a la edición de un nuevo blog.

Y os prometo -sobre todo a Carlos Cámara y Santi Barnuevo, que se que los traigo locos con tanto cambio-, que esta va a ser la "refinitiva", como diría ese genio llamado Angel Garó. A esta va a ser, porque ni me voy a obsesionar con escribir a diario pero tampoco lo voy a olvidar.

Me conoce mucha gente de sobra, así que me ahorraré las presentaciones. En cuanto al título del blog, deciros que es un guiño a una de mis canciones favoritas. Posiblemente, la sevillana más hermosa de la historia. Pensamiento, de los hermanos Reyes. Eso si: recomendable no escuchar, salvo que se tenga tendencia al masoquismo, en momentos de problemas afectivos. En cualquier caso, una letra dura y sensible a la par.

Pues eso: que esta va a ser la refinitiva, y que desde ahora me acuesto en mi cama de yerba. Por cierto: no se lo digais a nadie, pero seguramente mi primera novela, que estoy empezando ahora y que saldrá antes de final de siglo, se llame de igual manera.