miércoles, 22 de julio de 2009

Niños y hombres

Lo peor de traer las notas en rojo a casa era la bronca correspondiente. Con semblante serio, escuchaba el enésimo rapapolvo por haber suspendido hasta el bollycao. Me sabía de memoria la infancia de mis padres: el uno trabajando desde que era un niño a la par que estudiaba; la otra trabajando aún sin poder estudiar.
El tiempo pasó y pude comprobar cuanta razón llevaban aquellas palabras. Y cuantos niños han vivido ya el triple de experiencias que yo, afortunadamente, jamás viviré. Niños cuya infancia se queda en cualquier vertedero de Bombay, Río o Las Mimbreras buscando mierda y chatarra para poder revender. Niños cuyas delicadas manos y pequeños cuerpos sirven para bajar a profundidades que no se atreven los hombres. Niños explotados durante horas para que podamos llevar la camiseta del enésimo megacrack del fútbol mundial.
Niños con cigarros a medio consumir, cargando con algún Kalasnikov más grande que ellos. Niños que necesitan de muletas desvencijadas para poder caminar, tras pisar alguna mina antipersona. Niñas de primera regla, en edad de muñecas y pizarras, obligadas a ahogar los complejos de algún cerdo por cuatro duros en Cuba o Tailandia.
Niños que esnifan pegamento para poder comer, que cargan con bolsas de fruta y verduras superiores a su peso por apenas un par de dirhams. Niños cuyos padres viven de un talento precoz, y se ven castigados sin infancia para cantar, bailar y tener un rancho embargado a la hora de la muerte. El Niño Yuntero, pues, sigue siendo un poema válido. Quizá porque el propio Miguel Hernández se vio reflejado en el: pastor de cabras, que aprendió a leer de modo casi autodidacta, para convertirse -es mi opinión- en el más grande poeta que jamás escribió en castellano.
Por el contrario: niños que no tienen problemas, niños que lo tienen todo. Niños que juegan a ser hombres y violan a niñas con trece años y deficiencias psíquicas. ¿Hacer purgar delitos de hombres con penas de hombres a los niños?. Por supuesto. Nuestros niños, que no son yunteros, deben saber que los actos tienen, deben tener, consecuencias. Nos hemos cargado la escala de valores de un plumazo. Y antes de que alguien me tache de lo que no soy, que piense cuantos niños como los que he mencionado antes no soñarían, incluso, con unos años de cárcel en España antes que seguir dejándose la salud entre cañerías y ratas a la salida de Bombay.

1 comentario:

  1. Coronado afortunadamente los tiempos han cambiado, chapò por tus padres, me quito el sombrero , tù al menos eres socialmente sobresaliente, q hay muchos con notas espectaculares q son socialmente deficientes, y otros toman mojitos en Nikky beach y quieren congelar sueldos ... Q vidas tan diferentes la suya y la mìa señor Consejero!...

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