jueves, 3 de septiembre de 2009

Vergüenzas y esperanzas

Vergüenza me produce ver que nuestro jefe de la diplomacia, Miguel Angel Moratinos, se deje ver junto a otros mandatarios y representantes occidentales en la fiesta del coronel Gadafffi, que se marche a adorar becerros de oro a desiertos lejanos. Ojo, y antes de que nadie saque la guerra de siglas: el ciclón de las Azores recibió a Gadaffi, otrora terrorista y hoy coleguita, en Moncloa y este le correspondió con algún regalo equino. Qué pena que unos cuantos barriles de petróleo valgan la dignidad de las democracias occidentales. Qué pena que nuestras democracias tengan los pies no de barro, sino de mierda, pura y pestilente.
Y esperanza, pese a todo, la de Madrid. Qué si: que el COI nos ha dado un palo y nos ha devuelto a la realidad. A la realidad de la rotación de continentes, a la realidad de que competimos contra tres ciudades pujantes. Tokio; siempre solvente. Chicago, patria chica de Obama y representante de un país cuyos votos fueron, si o si, decisivos para que Londres fuera sede en 2012 -¿habrá devolución de sufragios?-. Y Rio, ciudad que, de fracasar Madrid, me gustaría que fuera la sede de las Olimpiadas. Porque la belleza, reconozcamoslo, de la antorcha olímpica por Copacabana o el Pan de Azúcar sería casi inigualable; y porque, a un país que medio empieza a salir del atolladero, darle unos JJ.OO es ayudarle a salir del todo. Y porque a Brasil y a Latinoamérica le debemos la oportunidad de demostrarnos que en el Hemisferio Sur también saben hacer las cosas.
Pese a todo, algo me dice que no está todo perdido. Y pese a todo, mantengo la esperanza de que Madrid sea sede. Y no, no me escocería que la capital albergara las Olimpiadas. A Madrid voy poco, y para mi sólo es una parada previa a un monasterio de cuyo nombre no quiero acordarme porque quien me conoce lo sabe de sobra. Pero no se me olvida que es la ciudad que resistió como pudo los bombardeos, la ciudad por cuyas calles corrieron amotinados esquilachianos o en cuyas esquinas se escribieron algunos de los mejores versos de Lope o Calderón. Madrid siempre fue referente para el resto del país. "A ver que dice Madrid" , nos cuentan siempre los políticos. "El niño me ha salido listo; se lo quieren llevar a Madrid", fardan las madres de media España. Porque Madrid es, para lo bueno y lo malo, nuestra capital; con Madrid lloramos todos cuando reventaron sus arterias una maldita mañana de marzo y de Madrid y sus gentes nos sentimos todos orgullosos ese día. ¿Por qué Madrid?. Porque se que ahí no se va a silbar a mi himno ni nadie va a lanzar sibilinas consignas en favor de no se que independencias.
Por ello, ahora más que nunca, vamos Madrid. Porque también debemos demostrarnos que nuestra política exterior sirve para más que para ser comparsas en Europa y hombro amigo de dictadores. Y porque, y esto lo sabe bien Ruiz-Gallardón, la esperanza es lo último que se pierde...