miércoles, 8 de julio de 2009

Crónica de dos esperpentos

Michael Jackson fue un hombre tan pobre que sólo tuvo dinero. Tan pobre que, ni siquiera, tuvo derecho a lo que el resto de los mortales: que te entierren pasadas veinticuatro horas desde que La Parca selle el boleto de ida. Al genio de Gary (Indiana) lo han exprimido hasta dos semanas después de la muerte. Alguien debió pensar que, pese a tratarse del Rey del Pop, los cuerpos ilustres también son decrépitos; también "apestan" como diría un clásico catorce días tras un deceso.
Cristiano Ronaldo es un chaval tan pobre que ni siquiera puede salir a cenar con una chica. A no ser, claro, que asuma como parte del decorado a cámaras, hooligans, admiradoras, periodistas deportivos y frikis llorando porque el crack de Madeira le ha dado una palmada en la espalda y le ha guiñado un ojo.
Ambos han batido, en las últimas horas y por diferentes motivos, récords de audiencias. Para conseguir una entrada para el funeral (¡¡¡FUNERAL!!!) de Jackson, ha habido más hostias que en el norte de China. Y no se si me preocupa más que en el Bernabéu hubiera 75.000 personas para ver a un tio ponerse una camiseta y decir que es del Madrid de toda la vida o que hubiera 5.000 fuera. Por cierto: si el Sabadell me paga lo mismo que a CR7, les aseguro que no me entiendo sin la Nova Creu Alta.
Nos enteramos de todo lo relacionado con Cristiano, con Jackson, como con especímenes del tipo Belén Esteban. Mientras, nadie sabe que coño va a pasar con Garoña, tenemos casi cinco millones de parados y hay datos preocupantes, muy preocupantes, sobre fracaso escolar o consumo de drogas. No se ustedes, pero con tanto funeral mediático y tanta presentación gilipoyesca, tengo la sensación de que dejamos de hablar de nuestro día a día. Es decir : nos enteramos de todo, pero en el fondo no lo hacemos de nada

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